Cómo conseguí (en gran medida) superar la paruresis

En primer lugar, no estoy seguro de poder orinar en un urinario lleno de gente mientras estoy sobrio con personas que no conozco. Pero no me importa, y a usted tampoco debería importarle, ese no es en absoluto un problema.

Es tiempo de contar mi historia. Es el año 2014 y acabo de salir de una relación de 8 años y en ese tiempo mi problema de vejiga tímida se agravó tanto que no podía orinar con ninguna persona cerca de mí (en la misma habitación / casa), con excepción de mi novia de entonces. Ni siquiera podía orinar con miembros de la familia cerca). Así que cuando terminamos, mi vida social era literalmente inexistente. Antes de que ella rompiera conmigo, yo ya sabía que estaba en una mala situación, no podía dejar de pensar en mi vejiga, era una obsesión. Yo podía sentir más ansiedad de solo pensar en esa vejiga llena en exceso. Mi vida se estaba volviendo bastante terrible. Resulta que ruptura sentimental fue lo mejor que me pudo pasar. Ahora, finalmente toqué fondo y tuve que hacer algo, era literalmente una cuestión de vida o muerte.

Salir de la casa

Después de aproximadamente 4 meses de no hacer nada con personas además de la escuela / proyectos, la soledad me estaba volviendo loco. Así que decidí reunirme con amigos de nuevo. Salir de la casa y socializar fue increíblemente útil. Hice nuevos amigos bastante rápido.

El segundo paso y el más difícil

Por mucho, la parte más importante de mi recuperación fue admitir que tenía un problema, ante personas reales, con mis amigos de la vida real. La mayoría reaccionó con «Guau, eso es realmente lamentable, estás realmente limitado, ni siquiera puedes salir a tomar una cerveza». Algunos realmente no sabían qué decir, y otros reaccionaron diciendo: «Dios mío, es tan increíble que puedes orinar con nosotros». Admitir esto también fue la parte más difícil, fui criado por una madre soltera, así que tuve que asumir el papel masculino / paterno desde muy temprano. Entonces admitir que tengo una debilidad / vulnerabilidad y que necesito ayuda fue muy difícil para mí.

Terapia de exposición gradual

Después de ese paso, solo traté de hacer tantas cosas como fuera posible con mis amigos y socializar tanto como fuera posible. En este punto, ya me sentía como una persona diferente. Sabía que la parte más difícil estaba detrás de mí y sentía una actitud muy positiva. La socialización llegó a tal punto que estaba celebrando fiestas en mi casa con personas que ni siquiera conocía. Ya que vivo en un gran apartamento tipo estudio, puede parecer que uno está en medio de una multitud al mear… Pero sí, definitivamente estaba empezando a divertirme en ese punto, mi problema de vejiga tímida había mejorada bastante. Sin embargo, estar solo con gente en mi casa era un desafío, así que cuando empecé a salir con chicas de nuevo, fue un momento emocionante. Encontré una solución muy fácil para los casos en los que no podía orinar, con solo contarles mi problema. Solo dígales: «Oye, soy un poco tímido en el baño, ¿te importaría si pongo algo de música mientras voy al baño?». En ese punto, tenía la confianza suficiente para realmente orinar en esta situación después de uno o dos intentos fallidos. Nadie reaccionó negativamente a eso, realmente apreciaron mi honestidad.

No diré que estoy curado al 100%, pero ya no vivo con miedo y no estoy limitado en lo más mínimo. Puedo orinar en cualquier situación, a menos que sea un urinario muy lleno y esté sobrio… Lo importante es no ver su vejiga tímida como un gran problema. Es curioso, acabo de leer que los inodoros en Japón hacen una especie de ruido de fondo para ayudar a las personas a orinar: https://blog.gaijinpot.com/japanese-sound-princess/. Es normal tener vejiga tímida hasta cierto punto, pero obsesionarse con ella por tratarla como si fuera una perversión o una enfermedad es lo que la convierte en un problema tan grande. Así que solo dígale a sus amigos, familiares y compañeros de trabajo que necesita un poco de privacidad cuando vaya al baño. Y antes de que se dé cuenta, ¡Podrá orinar en un urinario!

Fuente: How I got (largely) over paruresis

Mis Recuerdos de Paruresis

Crecí siendo un niño tímido, no me gustaba que me vieran desnudo. En cierta ocasión un niño intentó entrar en mi cuarto mientras me estaba vistiendo y le magullé el dedo gordo al cerrar la puerta. En otra ocasión un niño intentó entrar en el cuarto de baño donde yo estaba orinando, y por esconder mis «vergüenzas» mojé mi pantalón.

En el kinder ni siquiera conocí los baños públicos, me orinaba en los pantalones y me secaba al sol en el recreo. Tuve suerte en no orinarme en el día de la graduación.

Cuando ya iba a la escuela mis esfínteres ya estaban entrenados y podían resistir el tiempo necesario, además tomaba poca agua.

En cierta ocasión, cuando estaba en la escuela primaria, en último año, la urgencia por orinar era tan fuerte que decidí pedir permiso permiso a la profesora para ir al baño, pero con tan mala suerte que un compañero también decidió ir al baño conmigo, lo cual me bloqueó el intento. Era este el compañero que se había fijado en que yo no acostumbraba ir al baño. Él creía que yo tenía temor de que otros vieran que yo tenía «pelos ahí abajo» al estar entrando a la pubertad.

En otra ocasión, en casa ajena, después de mucho aguantar, decidí pedir permiso para ir al baño, y me costó iniciar.

En el primer colegio en el que estuve ni siquiera llegué a conoce los baños públicos. En el segundo si iba ocasionalmente, y lo hacía en un cúbiculo del inodoro. Los urinarios de ese colegio eran de pared, por lo que no ofrecían privacidad alguna, pero logré usarlos cuando a veces salía tarde en la noche, cuando no había nadie a la vista.

En ese entonces la paruresis no era algo que me preocupara demasiado. Lo difícil fue cuando me tocó ir a la universidad en la capital, porque tenía que recorrer grandes distancias, con mucho tráfico, y a veces necesitaba quedarme mucho tiempo en un solo lugar. Fue ahí cuando me dí cuenta de la gravedad de mi problema.

Para empezar, cierto día en que después de un viaje de dos horas en bus intenté orinar en el urinario de la terminal, que era de pared, al lado de otros hombres también orinando, y no lo logré. Esto me extrañó, ya que sentía mucha urgencia para hacerlo. Al final me quedé solo en el baño, con la señora aseadora importunándome para que terminara, diciendo algo como «¿Qué le pasa a ese hombre que se tarda en orinar?». Pero la espera fue en vano, no pude hacerlo, y tuve que esperar hasta llegar al hotel.

Lo más difícil era cuando iba al baño y un compañero decidía acompañarme, porque temía que se diera cuenta de mi problema. Tenía que tener especial cuidado cuando se trataba de hacer un examen o test académico, de esos que pueden durar hasta más de dos horas. Es claro que es más difícil concentrarse cuando se está reteniendo la orina en la vejiga por varias horas, pero a veces me tocó hacerlo.

Este padecimiento lo vuelve a uno más solitario. Me resultaba difícil orinar cuando sentía la presión de alguien esperándome, así es que andar con una chica también resultaba problemático. De hecho, esto incidía en mis ya menguadas habilidades sociales para conocer mujeres. Recuerdo que una vez después de una reunión religiosa, una linda chica sugirió que comiéramos juntos, y yo le dije que no, porque ya la vejiga me apretaba y me importunaba la urgencia de conseguir un «baño seguro».

Más grave fue la ocasión en que otra chica me propuso tener sexo con ella, siendo yo virgen, y una de las razones por las que me negué fue porque ya tenía una vejiga a reventar después de haber salido del cine.

La ventaja de la universidad es que cuenta con varios baños públicos, por lo que si fallaba en orinar en alguno podía intentarlo en otro, por lo que al mediodía, al terminar las clases de la jornada, este era un escenario común: iba yo de baño en baño, buscando la suficiente privacidad para desaguar, y por supuesto, tenía por baños preferidos los que tuvieran divisiones entre urinarios, y por eso muchas veces me tocaba subir al segundo piso o más arriba, ya que los del primer piso estaban algo dañados.

Otro problema es que aún cuando a veces hubieran divisiones, a veces tenían agujeros que servían para espiar al vecino, hechos sin duda por homosexuales mirones. Este era otro temor que yo tenía, que al intentar orinar me fuera a importunar algún homosexual indiscreto, ya que a veces sucede que hay homosexuales a los que les gusta ir a ver miembros a los baños públicos.

En cierta ocasión decidí mejor perder puntos extras de una tarea, porque sospechaba que las reuniones prolongadas en casa de un compañero me iban a poner en problemas.

Al final el campus de la universidad me sirvió de campo de entrenamiento, tal como lo cuento en mi post Cómo me curé de paruresis.

Ya estando bastante recuperado, algunas veces me tocó retener algo de orina a la hora de tener sexo. Que por cierto, el hecho de tener una relación sexual fue un gran logro para mí, después de haber pasado la edad en la que ya es normal haber tenido experiencia en este asunto. Una situación graciosa se dio en cierta ocasión en que una mujer me estaba practicando sexo oral, y me oriné en su boca.

Despertar de la Paruresis

Para curarse de la paruresis solo es necesario darse cuenta de que no hay nada que nos impida orinar en situaciones públicas.

Anoche tuve una pesadilla, en la que por momentos me da cuenta de que todo era un sueño, pero lo olvidaba al momento, porque todo parecía tan real.

Yo trataba de huir de mis perseguidores, trataba de razonar con ellos, pero todo era inútil, porque terminaba siempre en el mismo lugar, dando vueltas en círculo. Finalmente me di cuenta de lo absurdo de la situación, cuando lo peor que podía pasar pasó, y sin embargo, yo me encontraba bien. Fue en ese momento en que desperté, y al despertar no tuve que seguir huyendo, por que sabía que todo era un sueño.

Y entonces pensé en que esto también se puede aplicar a la paruresis. La paruresis es una especie de pesadilla en la que nos mantenemos despiertos. Es un monstruo imaginario que no existe en la realidad, pero que nos aterroriza, por que sentimos el mismo temor que experimentamos hacia amenazas reales. No hace falta luchar contra un monstruo imaginario para vencerlo, solo es necesario darnos cuenta de que no existe. Y esto se puede realizar en un instante, en el momento en que despertemos el monstruo se habrá esfumado.

Piense en esto, y experiméntelo: no hay nada que a usted le impida orinar en las situaciones en las que usted ha venido teniendo problemas. No hay ninguna razón para temer: ninguna en absoluto. Los fracasos del pasado no significan nada, porque son el resultado de una creencia equivocada; una vez que usted despierta a la realidad todo eso carece de importancia. Visualícese a sí mismo orinando en esas situaciones en las que parecían imposibles.

Esto resulta más fácil decirlo que hacerlo. Desafortunadamente, en lo que se refiere a emociones primitivas como el miedo, nuestro cerebro debe aprender por la práctica que no hay nada que temer, y muchas veces no habrá racionalización que lo convenza; pero igual, el objetivo de la terapia de exposición gradual es ayudarnos a despertar de la pesadilla de la paruresis, y llegar al convencimiento íntimo de que no hay nada que temer.

Cómo me Curé de Paruresis

Yo solía padecer de paruresis, y ahora puedo decir que me siento recuperado de este padecimiento, aunque tengo que confesar que aún experimento ocasionalmente alguna vacilación en situaciones públicas, la paruresis ya no es el monstruo que antes era para mí.

Todo empezó en mi niñez, con una exagerada modestia y timidez, que me hacía temer la posibilidad de que otras personas vieran mis partes íntimas. Así fue como empecé a evitar los baños públicos. Ya sea en la escuela o en el colegio yo prefería llegar a casa para hacer uso del baño, y por lo tanto consumía pocos líquidos.

El problema fue que cuando realmente necesitaba ir al baño fuera de casa me daba ansiedad, me bloqueaba, y no podía orinar normalmente.

Mi condición se agravó cuando empecé a vivir en la capital para iniciar mis estudios universitarios. Los horarios de clases y los congestionamientos de la gran ciudad hacían más difícil el disponer de un baño «seguro» en el que me sintiera cómodo.

Permanecí por varios años lidiando con este problema en silencio, cuando por fin logré encontrar en Internet la información que necesitaba sobre este padecimiento, para lo cual me fueron muy útiles mis conocimientos de inglés.

Esto fue un gran alivio para mí, ya al fin supe que mi condición tenía un nombre y que no estaba solo.

Comencé compartiendo mi problema en un foro de internet (en el desaparecido sitio paruresis-europa.org).

Empecé a dejar de evadir a los baños públicos y a enfrentarme a mi ansiedad. Utilicé el campus de la universidad como mi sitio de entrenamiento. Tomando mucha agua y refrescos, iba de un baño a otro, practicando a orinar en todo tipo de situaciones, tal como se describe en el artículo sobre la terapia de exposición gradual.

También utilicé el mismo método en diferentes centros comerciales, con gran éxito.

La práctica constante a lo largo de varios meses redujo el problema a la mínima expresión.

No necesité de costosas sesiones de psicoterapia, medicamentos, ni la ayuda de alguien que me acompañara en el tratamiento. Ni siquiera tuve necesidad de compartir mi problema con alguien fuera de Internet.

La clave está en practicar la terapia de exposición gradual. Ir avanzando paso a paso en nuestra escala de situaciones desafiantes. Cuando se logra orinar hay que hacerlo durante unos tres segundos, cortar el chorro y trasladarse a otro urinario o inodoro para seguir practicando. Así se maximiza el rendimiento de cada sesión de entrenamiento.

Terapia Cognitivo-Conductual para la Paruresis

La terapia cognitivo-conductual ha demostrado ser el enfoque más eficaz para tratar la paruresis. Como su nombre lo indica, consta de dos elementos: uno cognitivo y otro conductual.

En lo que respecta a la paruresis, la parte conductual es la terapia de exposición gradual, mientras que el elemento cognitivo tiene que ver con identificar y desafiar las falsas creencias que tiene el parurético. Ambos elementos se combinan en la terapia cognitivo-conductual.

Hay profesionales que están entrenados para ayudar a los pacientes con la terapia cognitivo-conductual; sin embargo, seguir un tratamiento de este tipo con un profesional puede resultar bastante caro.

Una alternativa es consultar la literatura sobre el tema. Aunque no tratan directamente sobre la paruresis, muchos han encontrado de gran ayuda los materiales del doctor Howard Liebgold sobre las fobias (Phobease) (en inglés). También está el libro de Albert Ellis: Una Nueva Guía Para Una Vida Racional.

Con un enfoque específico sobre la paruresis está el libro «Free to Pee» (Libre para Mear) de Christopher J. McCullogh, y más recientemente el libro Bathrooms Make Me Nervous (Los Baños me Ponen Nerviosa) de Carol Olmert.

La terapia cognitivo-conductual se centra en la situación presente del paciente, tratando de cambiar su perspectiva actual; en contraste con la psicoterapia, en la que se trata de buscar en el pasado las causas de los problemas presentes.

Identificar en el pasado un evento traumático que haya producido la paruresis o tratar de señalar un conflicto emocional no resuelto es un ejercicio inútil. Hay personas que han gastado mucho dinero en este tipo de terapia hablada sin ningún resultado.

Falsas Creencias Paruréticas

La paruresis, siendo un problema de raíces psicológicas, se mantiene debido a ciertas creencias que el parurético ha internalizado.

Son creencias irracionales, pero que tienen una gran fuerza para manifestarse como reales en la experiencia del paciente, por que tienen la capacidad de cumplirse a sí mismas.

Es necesario identificar estas creencias y desafiarlas, tanto en teoría como en la práctica.

A continuación presento una lista de estas falsas creencias, y una refutación racional de cada una de ellas:

«Soy la única persona en el mundo que tiene este problema».

Esta es una falsa creencia que impide buscar ayuda e información sobre el padecimiento. El darse cuenta que no se está solo con este problema puede resultar un gran alivio.

«Cuando voy a orinar al baño público, otros pueden verme y escucharme, y juzgarme negativamente si no logro orinar. Cuando voy al baño, la gente está muy pendiente de si logro orinar o no».

La realidad es que en la mayor parte de los casos la gente no anda evaluando a las personas que no pueden orinar en un baño público. Y si realmente se dieran cuenta de que alguien está teniendo problemas para orinar, no le darían mayor importancia, ya que cada quién está ocupado en los asuntos de su vida cotidiana.

Resulta especialmente absurdo preocuparse por lo que piense una persona desconocida en un baño público, una persona desconocida a la que probablemente nunca volveremos a ver.

Sin embargo esta creencia, por irracional que pueda parecer, resulta muy persistente y difícil de erradicar una vez que se ha instalado en la mente, por lo que es necesario desafiarla en la práctica de la terapia de exposición gradual, mostrándole a nuestro cerebro que se equivoca al pensar que debe temer una evaluación negativa.

«Si otros se enteran de mi problema para orinar va a ser una catástrofe, y todos se van a burlar de mí».

El parurético castrofiza y exagera la importancia de su problema y la opinión negativa que otros pueden tener de él. Cuando en realidad no es para tanto, ya que al ser debidamente informadas, la mayoría de las personas reaccionarían con simpatía y no con negatividad. Para una persona que no la padece, la paruresis no tiene la importancia que el parurético le atribuye.

En el peor de los casos, sí es cierto que hay personas incomprensivas, pero esto no debería molestar en exceso al parurético. Las personas que se burlan del sufrimiento de otro ser humano son las que están realmente enfermas.

Sin embargo, al principio no es recomendable compartir el problema con todo el mundo. Es mejor empezar a hablar de esta condición con familiares y amigos cercanos.

«La paruresis me hace menos hombre. Mi incapacidad para orinar en situaciones públicas disminuye mi valor como persona».

Es necesario entender, que el propósito original de orinar es vaciar la vejiga, y no tiene el propósito de demostrar hombría o estimar el valor de una persona.

El propósito de vaciar la vejiga se logra sin importar si la persona está parada o sentada, si lo hace en un urinario, en un inodoro o al aire libre; si se tarda mucho o se tarda poco, si lo hace en forma natural o hace uso de un catéter.

El tiempo en que usted se tarda en mear (o en no mear) es poco comparado con todo lo que usted hace y todo lo que usted es.

«Tengo que orinar rápido, en menos de 5 minutos, para que otros no piensen mal de mí».

Tómese todo el tiempo para orinar que usted considere necesario. No se aflija si otros están esperando a que usted termine. Practique a ubicarse frente a un urinario sin intentar orinar por cinco minutos, para que su cerebro se de cuenta de que no hay nada que temer si se tarda más de lo esperado.

«Siempre debo usar un urinario cuando esté disponible en vez de usar el inodoro, o de lo contrario soy menos hombre, y es una catástrofe».

Su valía como persona no se determina por su capacidad para orinar en un urinario. Utilice el inodoro si no tiene éxito en un escusado.

«No le puedo contar esto a mi pareja por que no me va a querer».

Para evitar tensiones innecesarias, es mejor compartir sobre la condición de paruresis desde el principio de la relación. Recuerde que los no paruréticos no le dan tanta importancia a este asunto como usted cree. Si la persona se le aleja por eso, en realidad no era digna de usted.

«Tengo deseos de ir al baño, pero mejor me espero a llegar a casa, por que ya sé que voy a fracasar de todos modos».

Vaya al baño e intente orinar aunque no lo consiga. Deje de evitar los baños en situaciones públicas. Solo enfrentándose a la ansiedad es como logrará vencerla.

«Debo siempre poder orinar en todo tipo de situaciones, o de lo contrario soy un fracasado y es una catástrofe».

Hasta las personas que no son paruréticas experimentan vacilacione para orinar en ciertas situaciones públicas. No se deje atrapar por una mentalidad de «todo o nada». No deje que el fracaso lo desanime y siga practicando la terapia de exposición gradual.

«Usar un catéter para orinar por causa de la paruresis es algo degradante y humillante. Me niego a usar un catéter, sin importar que sienta una urgencia extrema por orinar».

Recuerde que el objetivo de orinar es vaciar la vejiga, no demostrar su hombría o valor como persona. No tiene nada de malo utilizar esta herramienta si usted realmente la necesita. El retener la orina por mucho tiempo puede ser perjudicial para la salud.

«Mi problema de paruresis es algo verdaderamente terrible, lo que me hace ser una persona muy desafortunada».

Hay cosas peores por las que preocuparse en la vida. Siéntase agradecido por las cosas buenas que tiene en la vida. La auto-conmiseración no le va a ayudar a superar este problema. Usted tiene una gran posibilidad de superar esta condición si se lo propone.

Mitos sobre la Paruresis

Hay muchos malentendidos sobre la paruresis, empezando por el hecho de que con frecuencia ni siquiera los profesionales de la salud, como los urólogos y psicólogos, conocen sobre este padecimiento.

Además, el mismo parurético es víctima de sus propias falsas creencias que le impiden superar su problema.

Pero veamos algunas de las ideas equivocadas que la gente tiene sobre la paruresis:

«La paruresis no existe, es solo un invento para evadir las pruebas de drogas. Si hay problemas para orinar se debe a problemas físicos».

Hay situaciones en las que es necesario producir una muestra de orina cuando se requiere de una prueba de drogas, para comprobar que una persona no usa drogas. Esto es algo que se da mucho en Estados Unidos, donde el gobierno y la empresa privada requiere frecuentemente de estas pruebas.

Hay personas que tienen problemas para proporcionar una muestra de orina bajo supervisión. La incapacidad de producir una prueba de drogas se interpreta frecuentemente como una negativa a someterse a la prueba de drogas y como una admisión tácita de que se consume drogas. La posibilidad de que una persona verdaderamente padezca de vejiga tímida no se toma en cuenta, y no se proveen de métodos alternativos de pruebas de drogas.

Pero la paruresis es un padecimiento real y no una excusa para evadir las pruebas de drogas. Es necesario que el gobierno y las empresas reconozcan la existencia de este padecimiento para no hacer sufrir innecesariamente a los que sufren de paruresis.

«El problema de los paruréticos es la exagerada modestia: ellos tienen temor de que otros vean sus partes íntimas».

El problema del parurético no es el temor a que vean sus partes íntimas, sino el temor a que otros se den cuenta de que no pueden orinar en situaciones públicas.

Es algo que puede resultar difícil de comprender para quien ha sufrido de este padecimiento. El problema del parurético no es la exagerada modestia. Un caso extremo se da cuando la persona no puede orinar delante de la pareja, aun después de haber hecho el amor muchas veces.

«Los paruréticos son personas que tienen problemas de timidez». (Este es un estereotipo divulgado por el cine y la televisión, en los raros casos en los que se hace alusión a la paruresis).

Una persona puede parecer muy segura de sí misma en el trato con los demás y aún así padecer de paruresis. El hecho de que a la paruresis se le conozca como «vejiga tímida» no implica que la persona sea tímida, aunque hay que reconocer que algunos paruréticos son tímidos, pero la paruresis no se cura venciendo la timidez en situaciones sociales.

«Los paruréticos son extremadamente escrupulosos en temas de higiene, y por eso tienen temor de orinar en baños públicos».

El problema del parurético es que quiere orinar pero no puede, no es que evite orinar en situaciones públicas por ser demasiado escrupuloso. Y no puede orinar porque siente que está siendo observado y evaluado negativamente por su incapacidad de orinar. Esto se convierte en un círculo vicioso.

«La paruresis es un reflejo de tendencias homosexuales».

Se comprueba la falsedad de este enunciado al comprobar la enorme cantidad de paruréticos que no son homosexuales.

«La paruresis es solo un síntoma que refleja problemas emocionales no resueltos».

Por ejemplo, uno podría pensar que la paruresis es un resultado de la baja auto-estima, y que al recuperar la auto-estima la paruresis desaparecería. Pero no es así, es necesario tratar la paruresis en sí misma, por medio de la terapia cognitivo-conductual. La baja auto-estima bien puede ser un efecto de la paruresis, y no su causa.

«La paruresis se cura averiguando el evento traumático que la causó».

No siempre se puede señalar un evento traumático como causa de la paruresis, y aunque éste exista, resulta inútil identificarlo, ya que la paruresis es algo que toma vida propia, independiente de las causas que la hayan originado, por lo que ninguna cantidad de terapia hablada es suficiente para un tratamiento efectivo: es necesario recurrir a la terapia cognitivo-conductual.

«La paruresis se puede curar por medio de la hipnosis o la programación neurolingüística».

No hay soluciones mágicas ni rápidas para la paruresis. Nunca se han podido comprobar las afirmaciones de los que promueven este tipo de tratamientos. El único tratamiento que ha producido reportes consistentes de éxito es la terapia cognitivo-conductual.

Terapia de Exposición Gradual

Consiste en enfrentarse gradualmente a situaciones que representen un mayor grado de dificultad para el parurético.

Enfréntese al miedo para vencerlo, pero hágalo en dosis que resulten incómodas pero no abrumadoras.

Permítase experimentar la ansiedad sin pretender resistirla, para que esta disminuya y se extinga con el tiempo. Su ansiedad disminuirá cuando usted se confronte con ella una y otra vez, y su cerebro se de cuenta de que no hay nada que temer.

Lo que usted busca es desensibilizarse ante el miedo, por eso a esto también se le llama terapia de desensibilización.

Como dice el doctor Howard Liebgold, «el cerebro es un órgano que dice: ¡muéstramelo!«. Muéstrele a su cerebro que no hay justificación alguna para sentirse tenso a la hora de orinar. Solamente por la experiencia del éxito es que éste aprenderá que no hay nada que temer. Ninguna cantidad de terapia hablada o racionalización será suficiente para tratar con éxito la paruresis.

Cree situaciones en las que pueda vaciar la vejiga con éxito y aumente gradualmente la dificultad de la situación sin hacer que el desafío resulte muy difícil.

Preparación

Para empezar es necesario acumular suficiente orina, ingiriendo una buena cantidad de líquidos, con la suficiente anticipación.

Es mejor practicar la terapia de exposición gradual con un nivel de urgencia para orinar de moderado a alto.

Tenga preparado un plan de emergencia si no consigue orinar. Por ejemplo: algún baño «seguro» cercano en el que usted tenga la confianza de poder orinar si todo lo demás falla. Otra alternativa puede ser el uso de un catéter.

Algunas personas encuentran útil usar una escala de desafíos del 0 al 10. Por ejemplo, tomando como cero cuando está solo en casa y 10 cuando se usa el baño público en un evento deportivo.

Para poder progresar en su recuperación usted buscará avanzar en esta escala de desafíos y modificarla.

Terapia en la casa, con un compañero

Para empezar su recuperación usted puede optar por trabajar la terapia con un compañero en el baño privado de su casa.

Este compañero le ayudará a reproducir la sensación de estrés de orinar bajo presión que usted experimenta como parurético. Recuerde que el objetivo de la terapia de exposición gradual es permitirse experimentar la ansiedad sin resistirla.

El compañero puede ser un terapeuta conductual, un amigo cercano, un compañero de trabajo o de estudios o un pariente.

La ventaja de trabajar la terapia en casa con un compañero es que usted está en control de todas las variables que le afectan a la hora de orinar, y la variable más importante en la que usted debe de trabajar es la distancia.

Después de haberse cargado de fluidos, y experimentar una urgencia para orinar de moderada a alta es hora de empezar la terapia.

Dígale a su compañero que se aleje a una distancia que no resulte un desafío muy grande para usted, e intente orinar.

¡Algunas personas necesitan que el compañero espere fuera de la casa para poder orinar!

Si consigue orinar permita que la orina fluya por unos tres segundos e interrumpa el chorro. Reúnase con su compañero y tómese un descanso de unos tres minutos e inténtelo de nuevo, pero esta vez dígale a su compañero que se acerque más. Repita los pasos anteriores hasta lograr ser capaz de orinar con él directamente detrás de usted. (Nota: las mujeres no tienen que tomar este paso).

Tómese las cosas con calma, esto puede requerir varias sesiones durante varios días. Lo importante es ir avanzando en su recuperación.

Si no puede iniciar el chorro espere dos minutos. Si aun así no lo logra tómese un descanso y espere otros dos minutos más.

Si continúa teniendo problemas haga que el compañero retroceda de donde tuvo éxito la vez anterior, y si vuelve a tener éxito haga que su compañero se acerque de nuevo.

Es mejor hacer ruido con la orina, ya que algunos paruréticos reportan que les produce ansiedad el ser escuchados por otros al orinar. Evite usar ruidos de fondo como el agua de la llave o música, ya que hacer uso de estos subterfugios solo retrasará su recuperación.

No hable mientras intenta orinar, ya que esto resulta en una distracción que disminuye el valor del ejercicio. No utilice técnicas de distracción. Concéntrese en experimentar la ansiedad sin resistirla.

Maneje la variable visual: cierre la puerta ligeramente. Cuando el compañero esté detrás de usted haga que voltee a ver hacia otro lado, haga uso de estos pequeños trucos que le permitan avanzar paso a paso en su recuperación.

Terapia individual sin compañero

Esta terapia consiste en orinar en diferentes escenarios con diferentes niveles de dificultad, según la jerarquía de desafíos personal.

Por ejemplo, usted puede ir a un baño público que no sea muy frecuentado e intentar orinar cuando no haya nadie. Si lo logra, detenga el flujo a los tres segundos, y espere a que vengan más personas para orinar en presencia de ellas.

Los lugares apropiados para practicar esta terapia pueden ser: centros comerciales, campus universitarios, aeropuertos, casinos, etc, es decir, lugares que tengan varios baños públicos, en los que a usted le resulte fácil trasladarse rápidamente para practicar a orinar en diferentes escenarios con diferentes grados de dificultad.

Por eso, para aprovechar mejor el tiempo y avanzar más rápido en la recuperación, cuando se tiene éxito para orinar solo hay que dejar fluir la orina durante unos tres segundos, cortar el chorro e intentar orinar en otra parte, ya sea en el mismo baño pero con otro urinario, o trasladarse a otro baño público.

Para los hombres se recomienda empezar practicando en los urinarios, ya que si se empieza en los cubículos de los escusados el tratamiento puede prolongarse más de lo necesario.

Primero hay que intentar orinar en urinarios que tengan divisiones, y si se tiene éxito intentar orinar en urinarios sin divisiones.

Si no logra orinar en determinado baño público, pruebe en otro. Hay ocasiones en las que con solo cambiar de ambiente se logra orinar con éxito.

Si no logra orinar en urinarios, inténtelo en el cubículo del escusado. No se preocupe, siéntase orgulloso de hacer lo necesario para avanzar en su recuperación.

Es mejor practicar varias veces por semana. Las sesiones largas son mejores que las cortas.

Intentar no orinar

Alternativamente, usted puede colocarse delante de un urinario e intentar NO orinar. Espere ahí parado por cinco minutos.

Esto puede servir para enseñarle a su cerebro que no hay necesidad de apurarse para orinar, y que no pasa nada si usted se tarda más de lo esperado mientras otros lo observan, o si no orina en absoluto. Usted experimentará que a la mayoría de la gente no le importa o no se fija en su situación.

Para llevar las cosas al extremo usted puede decir en voz alta: «¡Hey, no logro orinar!» en un baño público lleno de gente, y verá la poca atención que le prestan.

Terapia de Grupo de Apoyo

Un grupo de apoyo es un grupo de compañeros paruréticos que se reúnen regularmente para practicar técnicas de desensibilización en baños públicos; también sirve para darse apoyo y aliento mutuo, y para discutir las experiencias y pensamientos durante el proceso de recuperación.

Consejos Finales

La técnica de contener la respiración puede ser muy útil para usarla en conjunto con la terapia de exposición gradual.

Si usted experimenta algún retroceso en su recuperación, no se desanime, siga practicando.

Para una mayor efectividad se recomienda que la terapia de exposición gradual se integre dentro de la terapia cognitivo-conductual. La terapia de exposición gradual es es el componente conductual, al que hay que agregarle el componente cognitivo.

Contárselo a otros

Dave, practicando terapia de exposición gradual con su camiseta de vejiga tímida.
"Soy Vejiga Tímida, ¿y qué?": Dave, de paruretic.org.

La paruresis es un padecimiento que a menudo se sufre en silencio. La vergüenza forma parte de la condición, pero guardar el secreto puede ser sumamente destructivo, porque el secreto aumenta la vergüenza y refuerza el temor.

La persona con paruresis frecuentemente vive bajo la falsa creencia de que su padecimiento le disminuye su valor como persona, y que si comparte su problema con otros será rechazado y humillado.

Cuando usted ve que hay personas que lo apoyan y no lo menosprecian por su problema, usted se da cuenta de que la vergüenza y culpabilidad que proyecta sobre su situación es producto de su propia interpretación equivocada.

Se recomienda hablar sobre la paruresis con personas en las que se pueda confiar, como los amigos cercanos y la familia. Utilice el sentido común.

Un compañero de trabajo quizá no sea el confidente más apropiado, ya que es posible que utilicen esa información en contra suya.

Es necesario compartir sobre este problema con el cónyuge o la pareja sentimental. Hay quienes le han ocultado su condición a su pareja por 20 o 30 años, y como resultado la paruresis se ha convertido un factor de tensión innecesario. Una esposa de un parurético se puede preguntar el porqué de la conducta extraña del marido, de por qué no le gusta salir de viaje o ir a ciertos eventos.

La paruresis puede conducir a un divorcio, cuando se guarda en secreto.

Es mejor compartir sobre el problema desde el principio de la relación. Esta es una manera de discernir si la persona se merece realmente su afecto. Hay que recordar que la paruresis se vuelve algo grande en la mente del propio parurético, pero que no es algo tan importante para otras personas.

No deje que una reacción negativa de una persona insensible lo afecte. Las personas ignorantes o condescendientes con los paruréticos tienen un problema de actitud por su falta de empatía con el sufrimiento de otro ser humano, ellos son los que realmente están enfermos.

Puede ser buena idea comenzar a compartir sobre el problema en un foro o sitio en Internet antes de compartirlo en la vida real.

Examen urológico

Es importante realizar un examen urológico para descartar una causa física para la paruresis. Sin embargo, puede ser necesario educar al doctor, ya que muchos médicos desconocen este padecimiento, aun entre los urólogos.

Algunas pruebas que pueden ser realizadas son:

  • Prueba de ultrasonido.
  • El drenaje de la vejiga con un catéter.
  • Radiografía de la vejiga (cistografía).
  • Cistouretrografía de vaciado, un proceso de formación de imágenes de la vejiga y la uretra durante la micción.
  • Evaluación urodinámica, que pueden incluir orinar en un inodoro especial que medirá el volumen de orina evacuada, la velocidad de eliminación y el tiempo en que el proceso se llevó a cabo.
  • Cistoscopía, un procedimiento que permite a un urólogo observar la uretra y la vejiga desde el interior.

Algunas de estas pruebas serán imposibles de realizar si el paciente resulta incapaz de evacuar en las instalaciones médicas. Los resultados de las pruebas urodinámicas pueden verse alterados por la la vacilación en orinar producida por la paruresis.

Hay que vencer la timidez que impide visitar a un doctor, por eso, para aliviar la tensión previo a una cita médica, puede ser buena idea hacer una llamada telefónica previa, y si el doctor se escucha con un tono tranquilizador por el teléfono la visita será más agradable.

Si el doctor muestra incomprensión ante el problema de la paruresis, puede ser necesario buscar a otro.

Si se determina que la paruresis no tiene ninguna causa física, un profesional de la salud mental entrenado en la terapia cognitivo-conductual puede producir el mejor resultado.