Para curarse de la paruresis solo es necesario darse cuenta de que no hay nada que nos impida orinar en situaciones públicas.
Anoche tuve una pesadilla, en la que por momentos me da cuenta de que todo era un sueño, pero lo olvidaba al momento, porque todo parecía tan real.
Yo trataba de huir de mis perseguidores, trataba de razonar con ellos, pero todo era inútil, porque terminaba siempre en el mismo lugar, dando vueltas en círculo. Finalmente me di cuenta de lo absurdo de la situación, cuando lo peor que podía pasar pasó, y sin embargo, yo me encontraba bien. Fue en ese momento en que desperté, y al despertar no tuve que seguir huyendo, por que sabía que todo era un sueño.
Y entonces pensé en que esto también se puede aplicar a la paruresis. La paruresis es una especie de pesadilla en la que nos mantenemos despiertos. Es un monstruo imaginario que no existe en la realidad, pero que nos aterroriza, por que sentimos el mismo temor que experimentamos hacia amenazas reales. No hace falta luchar contra un monstruo imaginario para vencerlo, solo es necesario darnos cuenta de que no existe. Y esto se puede realizar en un instante, en el momento en que despertemos el monstruo se habrá esfumado.
Piense en esto, y experiméntelo: no hay nada que a usted le impida orinar en las situaciones en las que usted ha venido teniendo problemas. No hay ninguna razón para temer: ninguna en absoluto. Los fracasos del pasado no significan nada, porque son el resultado de una creencia equivocada; una vez que usted despierta a la realidad todo eso carece de importancia. Visualícese a sí mismo orinando en esas situaciones en las que parecían imposibles.
Esto resulta más fácil decirlo que hacerlo. Desafortunadamente, en lo que se refiere a emociones primitivas como el miedo, nuestro cerebro debe aprender por la práctica que no hay nada que temer, y muchas veces no habrá racionalización que lo convenza; pero igual, el objetivo de la terapia de exposición gradual es ayudarnos a despertar de la pesadilla de la paruresis, y llegar al convencimiento íntimo de que no hay nada que temer.